En España, once comunidades autónomas permanecen bajo alerta naranja, con temperaturas que oscilan entre los 37 y los 43 grados. En Francia, 16 departamentos, incluyendo París, han sido puestos en alerta roja, mientras que otros 68 están en nivel naranja. La Torre Eiffel cerró su tercer piso al público como medida preventiva, y más de 1.300 escuelas suspendieron clases total o parcialmente.
Italia también ha tomado medidas drásticas: varias regiones, incluida Roma, prohibieron el trabajo al aire libre entre las 12:30 y las 16:00 horas, luego de que un obrero falleciera por golpe de calor en Emilia Romaña. Alemania, por su parte, enfrenta temperaturas de hasta 38 grados en Berlín, con pronóstico de tormentas aisladas en las próximas horas.
El fenómeno ha sido atribuido a una “cúpula de calor”, un sistema de alta presión que atrapa aire caliente sobre la región, amplificado por el cambio climático y la desertificación del norte de África. La Organización Meteorológica Mundial advirtió que este tipo de eventos serán cada vez más frecuentes, intensos y prolongados, y los calificó como un “asesino silencioso” por su impacto en la salud pública.
Además del calor extremo, se han reportado incendios forestales en Turquía, evacuaciones en zonas rurales y deslizamientos de tierra en Austria provocados por tormentas eléctricas tras el calor acumulado.
Las previsiones indican que las temperaturas se mantendrán por encima de la media al menos hasta el 5 de julio, con posibles descensos en la costa atlántica a partir del miércoles. Mientras tanto, Europa enfrenta no solo un desafío climático, sino también una prueba de resiliencia ante los efectos cada vez más visibles del calentamiento global.
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