El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pronunció un discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York que desató una fuerte reacción en la sala y fuera de ella: delegaciones se levantaron y abandonaron el hemiciclo entre silbidos y aplausos, mientras manifestantes se congregaban en las afueras del edificio.
Durante aproximadamente 42 minutos, Netanyahu centr su intervención en una dura crítica a los países que reconocieron recientemente a Palestina como Estado, a los que acusó de enviar “un mensaje: asesinar a los judíos se recompensa”. Según el mandatario, esos reconocimientos —en alusión a gobiernos occidentales— no hacen más que “incentivar la violencia y reforzar la impunidad”.
En un pasaje de gran carga retórica, el primer ministro afirmó que “cerca del 90% de la población palestina celebró el ataque del 7 de octubre” y equiparó algunas de esas adhesiones a la celebración del 11 de septiembre. A partir de esa lectura, negó la viabilidad de la solución de dos Estados: “Los palestinos nunca han creído en esa opción. Quieren un Estado palestino en lugar del Estado de Israel”, sostuvo, y recordó que, según su visión, territorios cedidos anteriormente habrían servido para lanzar ataques contra Israel.
Netanyahu también sostuvo que las autoridades palestinas pagan a los “terroristas” y comparó la idea de un Estado palestino cerca de la frontera israelí con “darle Estado a Al Qaeda en Estados Unidos después del 11 de septiembre”, una analogía que reforzó su rechazo categórico a cualquier reconocimiento que, a su juicio, legitime a grupos armados.
La amenaza iraní ocupó otro tramo central del discurso. Netanyahu agradeció al presidente estadounidense, Donald Trump, por su postura frente a Teherán y pidió el retorno de sanciones internacionales contra Irán, advirtiendo que es “fundamental” impedir que el régimen recupere capacidades militares o nucleares.
Sobre la campaña militar en Gaza, el primer ministro reivindicó los logros del Ejército israelí, calificando las operaciones como “una de las victorias más importantes de su historia” y exigiendo completar lo que llamó “la tarea” contra los remanentes de Hamas en la ciudad de Gaza. En un gesto dirigido a los rehenes israelíes, afirmó que no descansarán hasta traerlos de vuelta y lanzó un ultimátum al liderazgo de Hamas: “Dejen las armas y liberen a los rehenes ahora. Si lo hacen, vivirán. Si no, Israel los encontrará”.
La estrategia de comunicación del gobierno israelí fue notable: según reportes, altavoces y sistemas de propagación sonora difundieron partes del mensaje hacia la Franja de Gaza —una maniobra que despertó críticas y cuestionamientos sobre su conveniencia y efectos psicológicos en la población civil. Paralelamente, Netanyahu defendió que su Ejército adopta medidas para minimizar las bajas civiles, acusó a Hamas de usar a la población como “escudos humanos” y aseguró que gran parte de la ayuda humanitaria habría sido desviada por la organización.
La intervención en la ONU profundiza la polarización internacional: mientras Israel busca reafirmar su postura de seguridad y legitimidad para continuar la ofensiva, numerosos países y organizaciones internacionales mantienen denuncias sobre la grave situación humanitaria en Gaza y reclamos por la protección de civiles. La reacción inmediata —masivas salidas del hemiciclo, protestas en la ciudad y titulares encontrados en la prensa internacional— muestra que el discurso de Netanyahu alimenta tanto el apoyo entre sus aliados como el rechazo en amplios sectores de la comunidad internacional.
La jornada en la Asamblea General deja en claro que la discusión sobre Gaza, la viabilidad de una solución de dos Estados y el camino para garantizar la seguridad de civiles y rehenes seguirá dominando la agenda diplomática en las próximas semanas.
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