La controversia se desató tras afirmaciones de Petro que insinuaban una posible participación del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, en un supuesto intento de desestabilización política en Colombia. García-Peña fue llamado a consultas por el mandatario colombiano y posteriormente regresó a Washington con instrucciones claras de mantener abiertos los canales de comunicación.
Durante su intervención, el embajador subrayó que la carta enviada por Petro al presidente Donald Trump el pasado 23 de junio fue clave para aclarar malentendidos. En ella, el jefe de Estado colombiano se retractó de sus señalamientos y expresó su voluntad de “pasar la página” y fortalecer la cooperación bilateral.
García-Peña también confirmó que no existe evidencia ni participación alguna del gobierno estadounidense en acciones contra el Ejecutivo colombiano. “El secretario Rubio no tiene ninguna relación con un golpe de Estado, y debe quedar claro que Estados Unidos no está involucrado”, afirmó.
En cuanto a las lecciones que deja este episodio, el embajador señaló que la diplomacia debe prevalecer sobre la confrontación política. “Este incidente demuestra la importancia de los canales institucionales y cómo una relación histórica puede resistir momentos de tensión si se maneja con responsabilidad”, concluyó.
El Gobierno colombiano y la administración Trump han retomado la agenda bilateral en temas clave como seguridad, migración, comercio y transición energética. Aunque persisten diferencias ideológicas, ambas partes coinciden en la necesidad de mantener una cooperación estratégica. La expectativa ahora se centra en cómo evolucionará el vínculo diplomático en medio de un contexto internacional marcado por reacomodos geopolíticos y nuevas alianzas regionales.
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