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| Foto: espndeportes.espn.com |
*Desde Barranquilla, la afición vuelve a creer y a soñar con una nueva estrella del conjunto rojiblanco. Una vez más la final será ante el Deportes Tolima, el mejor equipo del año.
Desde la perspectiva del cuadro Tiburón, la serie de los
cuadrangulares fue una mezcla de eficacia táctica, carácter defensivo en
momentos clave y oficio para administrar ventajas pequeñas: esos ingredientes
le alcanzaron para quedarse con el primer puesto del Grupo A y con el pase a la
final de la Liga BetPlay.
En números puros, el balance del Junior en la fase de
grupos fue claro: 11 puntos en 6 partidos, producto de 3 victorias, 2 empates y
1 derrota; 8 goles a favor y 6 en contra, para una diferencia de +2 que terminó
siendo suficiente para dominar un grupo muy parejo con América de Cali, Independiente
Medellín y Atlético Nacional. Esa consistencia le permitió a Junior terminar
como líder del Grupo A y asegurarse el derecho a disputar la final contra el
vencedor del Grupo B.
Más allá de la tabla, la lectura desde Barranquilla destaca
la capacidad del equipo para resolver partidos cerrados. Junior no rompió con
un fútbol vertiginoso ni con goleadas, pero sí mostró efectividad en
situaciones puntuales: supo anotar en momentos oportunos y cuidar el resultado
cuando fue necesario. El 3-2 sufrido en algún compromiso y la derrota ante
Medellín que complicó provisoriamente la clasificación son parte del relato,
pero el equipo respondió y recuperó el liderazgo. Esa lectura pragmática
—favorecida por un bloque defensivo relativamente compacto— fue determinante en
un cuadrangular donde los empates y los márgenes cortos dominaron la mayoría de
las jornadas.
Desde el punto de vista ofensivo, el reparto de anotaciones
mostró que Junior no depende exclusivamente de una sola referencia goleadora.
Nombres como “Tití” Rodríguez, Bryan Castrillón y Guillermo Paiva aparecen en
los registros de la temporada y en distintos pasajes de los cuadrangulares
aportaron goles o desequilibrio para abrir defensas rivales. Esa pluralidad
obliga a los rivales a no enfocarse en un solo hombre y le da al entrenador
alternativas tácticas para variar los ataques.
Un punto que los hinchas valoraron fue la fortaleza en el
Metropolitano: Junior consiguió resultados importantes en casa que, combinados
con la solidez fuera, construyeron la ventaja necesaria para terminar primero.
Las estadísticas de la fase —pocos goles encajados en relación con los partidos
jugados y la capacidad para sumar en jornadas donde no se brilló— hablan de un
equipo con madurez competitiva. Además, la gestión del plantel (rotaciones
controladas, administración de minutos de figuras) se percibió como adecuada
para un calendario apretado.
La confirmación del rival en la final —Deportes Tolima,
ganador contundente del Grupo B— proyecta una definición de alto voltaje: por
un lado, Junior llega con la experiencia de manejar fases finales; por el otro,
Tolima presentó números superiores en su grupo y será un adversario que exigirá
planteamientos tácticos finos y atención a detalles. Para la hinchada
rojiblanca, la sensación es de optimismo cauto: el equipo hizo lo más difícil
(clasificar como primero) pero ahora toca afinar la ambición para cerrar la
faena en los dos partidos definitivos.
En resumen, los cuadrangulares dejaron a Junior con la
sensación de haber cumplido el objetivo: liderar un grupo difícil gracias a un
equilibrio entre defensa y ataque, una rotación inteligente del plantel y la
versatilidad ofensiva de varios jugadores. Las cifras —11 puntos, 3 victorias,
2 empates, 1 derrota, 8 goles a favor y 6 en contra— son la base estadística;
la narrativa, desde Barranquilla, es la de un equipo que vuelve a una final con
la ambición de transformar esa regularidad en un título.

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