Colombia aparece en un estudio como una de las naciones con mayor exposición estructural. La combinación de su extensa línea costera en el Caribe y el Pacífico, sumada a la elevación mínima de centros urbanos y turísticos, convierte al país en un punto crítico de vulnerabilidad.
Una nueva investigación publicada por la revista científica Urban Sustainability (NPJ), del grupo Nature, encendió las alarmas sobre el impacto potencial del aumento del nivel del mar en las próximas décadas, especialmente en los países del Sur Global. Según el estudio, que combina herramientas satelitales de alta precisión y modelos de simulación geográfica, millones de edificaciones costeras podrían verse amenazadas o incluso desaparecer a medida que los océanos continúen elevando su nivel como consecuencia directa del calentamiento global.
El trabajo, liderado por M. Willard-Stepan, del Departamento de Geografía de la Universidad de Victoria (Canadá), y con la participación de investigadores de Google, McGill University y otras instituciones, utilizó los datos del programa Open Buildings, una base global de información geoespacial que registra la forma, ubicación y extensión de 840 millones de edificaciones en regiones costeras. El análisis se concentró en áreas vulnerables de África, América del Sur, América Central y el sudeste asiático, donde la densidad urbana se combina con una infraestructura frágil y una limitada capacidad de respuesta frente a los fenómenos climáticos.
Un fenómeno lento, pero irreversible
“El aumento del nivel del mar es una consecuencia lenta, pero imparable, del calentamiento que ya está afectando a las poblaciones costeras y continuará durante siglos”, explicó la profesora Natalya Gómez, coautora del estudio y docente de la Universidad McGill, citada por la revista. Según la científica, aunque las estimaciones suelen hablar de incrementos de “decenas de centímetros” o “un metro” hacia finales de siglo, los modelos más amplios muestran que el fenómeno podría alcanzar varios metros si la humanidad no detiene de manera urgente el consumo de combustibles fósiles.
Los escenarios de exposición calculados por el equipo científico son contundentes: con un aumento del mar de medio metro, tres millones de edificios quedarían potencialmente inundados; con cinco metros, la cifra se elevaría a 45 millones, y con veinte metros, alcanzaría los 136 millones de edificaciones. Se trata de un cálculo independiente del tiempo, que permite comprender el riesgo estructural a largo plazo más allá del año 2100.
“El aumento del nivel del mar plantea un desafío prominente para las generaciones actuales y futuras, al afectar la habitabilidad de las costas, las rutas comerciales y la infraestructura esencial cerca del océano”, precisa el artículo.
América del Sur y Colombia, entre las zonas más vulnerables
En su revisión por regiones, el estudio revela que los países africanos concentran el mayor número de edificaciones afectadas en escenarios moderados, pero que el sudeste asiático pasa a liderar el impacto en casos extremos. América del Sur, en tanto, figura entre las zonas con afectaciones significativas, debido a la concentración urbana en zonas bajas y la limitada planificación territorial.
En este contexto, Colombia aparece en la base de datos del estudio como una de las naciones con mayor exposición estructural. La combinación de su extensa línea costera en el Caribe y el Pacífico, sumada a la elevación mínima de varios centros urbanos y turísticos, convierte al país en un punto crítico de vulnerabilidad.
El documento menciona que Cartagena, Santa Marta, Buenaventura y Turbo presentan áreas de alto riesgo, pues buena parte de sus edificaciones se encuentran a escasos metros sobre el nivel del mar. Los ejemplos nacionales confirman la tendencia: en Playa Salguero (Santa Marta) y Punta Coquitos (Urabá antioqueño), la erosión marina ha reducido drásticamente la superficie terrestre en las últimas décadas, mientras que en el Parque Nacional Natural Corales del Rosario, cerca de Cartagena, la pérdida de terreno supera el 50 % de su extensión original.
Estos casos locales, advierte el estudio, “ilustran los procesos que podrían acelerarse conforme el mar avance sobre el continente”, y demuestran que la exposición no depende únicamente de la distancia a la costa, sino de la elevación relativa de las construcciones respecto al nivel marino.
El equipo de Willard-Stepan utilizó datos satelitales y el modelo Fabdem (Forest and Buildings Removed Digital Elevation Model) para calcular el punto exacto en el que cada edificación podría entrar en contacto con el agua durante una marea alta.
Replantear la planificación urbana
Más allá de la advertencia científica, el artículo de Urban Sustainability propone que los hallazgos se integren de manera urgente en los procesos de planificación urbana y ordenamiento territorial. “Combinar nuestros resultados con proyecciones del nivel del mar puede brindar una oportunidad para que los formuladores de políticas y los desarrolladores urbanos anticipen cambios futuros y planifiquen en consecuencia”, sugiere el documento.
Los investigadores destacan que la adaptación no es imposible, pero requiere inversiones sostenidas y políticas coherentes. Entre las estrategias recomendadas se encuentran la construcción de defensas costeras, la recuperación de tierras y la reubicación planificada de infraestructuras críticas. Estas medidas, advierten, deben diseñarse con base en proyecciones realistas de incremento del nivel del mar, las cuales podrían extenderse durante varios siglos.
“El desafío no es solo ambiental, sino también social y económico”, señalan los autores. “Los países del Sur Global enfrentan una presión desproporcionada: sus comunidades costeras dependen del turismo, la pesca y el comercio, actividades directamente amenazadas por el ascenso del mar. Sin acciones urgentes, millones de personas podrían verse desplazadas o perder sus medios de vida”.
Un llamado a la acción climática
Los científicos concluyen que las trayectorias de bajas emisiones representan una diferencia decisiva para preservar las costas y su infraestructura. “Nuestros resultados muestran una marcada variabilidad geográfica en la exposición y demuestran los beneficios que implican las trayectorias de bajas emisiones para la preservación del entorno construido”, indica el informe.
En el caso colombiano, los expertos coinciden en que el país debe fortalecer su monitoreo costero, actualizar sus planes de adaptación al cambio climático y desarrollar un inventario detallado de edificaciones en riesgo. Ciudades como Cartagena, Barranquilla y Tumaco, advierten, podrían enfrentar serias consecuencias si no se implementan políticas preventivas.
El aumento del nivel del mar ya no es una hipótesis distante. La evidencia científica sugiere que el futuro de millones de edificaciones y comunidades costeras depende de decisiones que deben tomarse ahora.
Como resume la profesora Gómez, “el mar no sube de golpe, pero tampoco se detiene; cada décima de grado que calentamos el planeta es un paso más hacia un mundo donde parte de nuestras ciudades quedará bajo el agua”.

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