Quito, 26 de junio de 2025. En un anuncio que sacudió el tablero político y de seguridad en Ecuador, el presidente Daniel Noboa confirmó la captura de Adolfo Macías Villamar, alias Fito, líder de la organización criminal Los Choneros y uno de los fugitivos más buscados del país. La detención, ejecutada por el Bloque de Seguridad en la ciudad de Manta, se produjo tras 535 días de fuga y una intensa operación de inteligencia militar.
Pero lo que más llamó la atención no fue solo el arresto, sino el mensaje que lo acompañó. “Gracias a las leyes de Solidaridad e Inteligencia, hoy Fito está en manos del Estado”, escribió Noboa en su cuenta oficial, en una frase que pareció dirigida tanto a sus aliados como a sus detractores. La legislación, aprobada este año en medio de fuertes críticas, fue presentada como la clave para desarticular redes criminales que operan con impunidad desde hace décadas.
El mandatario no se detuvo ahí. Horas después, reveló que su gobierno ya ha cumplido con los requisitos legales para solicitar la extradición de alias Fito a Estados Unidos, donde enfrenta cargos por narcotráfico y tráfico de armas. “Hemos hecho nuestra parte. Ahora esperamos la respuesta de Washington”, sentenció.
La figura de Fito ha sido sinónimo de violencia, corrupción y control carcelario. Su fuga en enero de 2024 desató una ola de atentados y obligó al Ejecutivo a declarar un conflicto armado interno. Desde entonces, su paradero fue un misterio, alimentando teorías, rumores y temores.
La captura, sin embargo, no cierra el capítulo. Al contrario, lo abre. Noboa advirtió que esta es solo la primera ficha de una cadena más larga: “Caerán más. Recuperaremos el país. Sin tregua”.
El país ahora espera. La extradición está en marcha. Y la pregunta que flota en el aire es si esta victoria marcará el principio del fin para las mafias que han desafiado al Estado durante años… o si apenas estamos viendo el primer acto de una guerra más profunda.
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