En un fenómeno que preocupa a educadores, escritores y defensores de la libertad de expresión, los centros escolares y bibliotecas públicas de Estados Unidos atraviesan una oleada de censura literaria sin precedentes. Obras emblemáticas de la literatura universal están siendo retiradas de las estanterías, incluso aquellas firmadas por ganadores del Premio Nobel como Gabriel García Márquez, el colombiano que universalizó el realismo mágico y cuya obra sigue siendo símbolo de libertad, imaginación y pensamiento crítico.
Según el más reciente informe de la organización PEN America, fundada en 1922 para promover la libre expresión, en el último año se registraron 6.870 casos de prohibición total de libros en 23 estados del país. A ello se suman más de 22.900 títulos vetados en bibliotecas públicas desde julio de 2021, de acuerdo con el programa Libertad Para Leer. La cifra real podría ser mucho mayor, advierten, pues miles de casos no se reportan oficialmente.
Entre los autores alcanzados por esta tendencia figura Gabriel García Márquez, cuyas novelas Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera han sido retiradas de los estantes de algunas escuelas públicas. Ambas obras —pilares de la literatura latinoamericana y referentes globales del siglo XX— fueron incluidas en listados de “lecturas no aptas” por contener, según los grupos promotores de la censura, pasajes “inapropiados” o “ofensivos”.
Para muchos académicos, la exclusión de García Márquez representa algo más que la pérdida de dos títulos fundamentales: simboliza la negación de una forma de pensamiento y de identidad cultural. “Prohibir Cien años de soledad es negar el valor de la fantasía, de la memoria colectiva y de la crítica social que su obra encarna”, explicó un portavoz del Programa Libertad Para Leer. “Es una forma de empobrecer el espíritu crítico de los jóvenes”.
Un Nóbel vetado en las aulas
Ganador del Premio Nóbel de Literatura en 1982, Gabriel García Márquez llevó la cultura latinoamericana a los estantes del mundo con historias que mezclan lo cotidiano y lo mágico. Cien años de soledad, traducida a más de 40 idiomas, es una epopeya sobre la soledad y la memoria, pero también una reflexión sobre el poder, el olvido y la condición humana. En Estados Unidos, durante décadas fue lectura obligatoria en programas de literatura universal.
Sin embargo, en el clima político actual, su nombre aparece junto al de otros autores de prestigio internacional —como José Saramago, Isabel Allende, Ernest Hemingway o Kazuo Ishiguro— en las listas de obras censuradas. Estados como Florida, Texas y Misuri encabezan la tendencia, con más de 2.300 casos de prohibición documentados solo en 2024.
PEN America advierte que la presión proviene de grupos ultraconservadores, entre ellos “Moms for Liberty”, que promueven políticas de restricción de materiales educativos. Estas organizaciones han exigido eliminar libros que aborden temas de raza, origen étnico, diversidad de género o derechos de la comunidad LGBTIQ+, alegando que “corrompen” los valores tradicionales.
Censura bajo el argumento de la moral
De acuerdo con el informe, gran parte de las obras vetadas presentan referencias ocasionales a la sexualidad, la pubertad o las relaciones humanas. En muchos casos, se trata de fragmentos mínimos interpretados como “inadecuados” por sectores conservadores. La Asociación Americana de Bibliotecas (ALA) también ha advertido sobre la eliminación de textos utilizados por docentes para enseñar educación sexual o salud reproductiva, así como biografías y ensayos sobre movimientos de derechos civiles.
“Las historias de personajes de color, las narraciones con protagonistas LGBTQ+ y los relatos sobre igualdad racial han sido arrasados”, señala PEN America. “Las quejas contra los programas de diversidad e inclusión han impulsado una revisión ideológica del contenido literario en las aulas”.
La organización alerta que este tipo de restricciones vulnera la libertad de lectura y, con ella, la capacidad de los jóvenes para acceder a información diversa. “No se trata de proteger a los estudiantes, sino de controlar lo que leen y piensan”, enfatiza el informe.
Una pérdida para la educación y la cultura
El impacto no se limita al ámbito académico. La ALA ha subrayado que las prohibiciones están afectando a autores, ilustradores, traductores y editoriales, que ven suspendidos contratos o canceladas reimpresiones de obras clásicas. Además, la medida erosiona el valor educativo del arte, reduciendo la literatura a una categoría moralista.
En ese contexto, la censura a García Márquez resulta especialmente simbólica. Su obra, que explora las pasiones humanas, la violencia, el poder y el amor desde una mirada poética y profunda, ha inspirado generaciones de lectores. Retirarla de las bibliotecas escolares implica privar a los jóvenes de un universo narrativo que les permite entender la historia y la condición humana desde perspectivas múltiples.
“El realismo mágico de García Márquez es, en esencia, una pedagogía de la empatía”, afirma un analista literario de PEN America. “Su censura no solo borra un texto, sino también la posibilidad de que los estudiantes comprendan la diversidad cultural del mundo”.
Una tendencia en aumento
El fenómeno de los libros prohibidos no es nuevo en Estados Unidos, pero su expansión reciente ha alcanzado cifras alarmantes. Entre 2021 y 2025, al menos 16 autores galardonados de la literatura universal fueron objeto de censura en distritos escolares. Los criterios van desde el uso de lenguaje explícito hasta la presencia de temas considerados sensibles, como la religión, la desigualdad o la política.
La lista de títulos vetados incluye clásicos como Mientras agonizo (William Faulkner), Desgracia (J. M. Coetzee), Doctor Zhivago (Boris Pasternak) y El señor de las moscas (William Golding), además de adaptaciones contemporáneas como la novela gráfica de El extranjero, de Albert Camus.
En el ranking de los diez libros más prohibidos del último año, según PEN America, figuran títulos como La naranja mecánica (Anthony Burgess), The Perks of Being a Wallflower (Stephen Chbosky), Wicked (Gregory Maguire) y All Boys Aren’t Blue (George M. Johnson). Todos ellos comparten un rasgo común: la exploración de la libertad individual y las complejidades del ser humano.
García Márquez y la libertad de leer
Desde Aracataca hasta el corazón de la literatura mundial, Gabriel García Márquez defendió siempre el poder de las palabras para transformar realidades. Hoy, décadas después de recibir el Nobel, su nombre vuelve a resonar, esta vez como emblema de la lucha por la libertad de lectura.
La exclusión de su obra en algunas escuelas estadounidenses no borra su legado, pero sí refleja una paradoja inquietante: el intento de silenciar, en pleno siglo XXI, a uno de los autores que más enseñó a leer el mundo desde la imaginación y la humanidad.
“Los libros de García Márquez no son peligrosos”, concluye el informe de PEN America. “Lo peligroso es un sistema que teme al pensamiento libre”.

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